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Revista de la Sociedad
de Medicina Interna
de Buenos Aires
Tratamiento de las arritmias
card�acas: ablaci�n por
radiofrecuencia.
Dr. Perez Am�rica, Daglio Maria E.,Zuelgaray Jorge
Gonzalez
La
utilizaci�n de la radiofrecuencia ha marcado un antes y un despu�s en el
tratamiento de las arritmias card�acas. Se trata de un tipo de energ�a
electro-magn�tica que llega al tejido a trav�s de cat�teres especiales
y produce una necrosis de coagulaci�n comparable a la lesi�n causada por
un electro-bistur�1. La mayor�a de las arritmias son
vulnerables al efecto provocado por esta t�cnica. Es posible obtener la
curaci�n de las arritmias m�s comunes, a la vez que otros mecanismos de
mayor complejidad pueden sufrir modificaciones que determinen un cambio en
su evoluci�n o la atenuaci�n de los s�ntomas del paciente.
En general, no se
requiere de anestesia general, el per�odo de internaci�n no supera las
24 horas en el �rea de Cuidados Intensivos y, en los individuos adultos,
la edad no representa un factor limitante para la pr�ctica de este
procedimiento. Es el criterio m�dico acerca de la malignidad de la
arritmia lo que determina su indicaci�n. Este concepto rescata los
atributos de seguridad y m�nimas compli-caciones que caracterizan a la
ablaci�n por cat�ter cuando es practicada en el marco de la idoneidad y
de la experiencia. Se puede decir que es una de las pocas t�cnicas
curativas que ofrece la Cardiolog�a (tabla I). Tabla
I: Aspectos
beneficiosos de la ablaci�n por cat�ter Aspectos fisiopatol�gicos. La necrosis ocasionada por la aplicaci�n de radiofrecuencia es identificable por sus bordes netos con ruptura de membranas celulares y determina, desde el punto de vista electrofisiol�gico, un incremento en la salida de potasio con sobrecarga de calcio, menor duraci�n y amplitud del potencial de acci�n y reducci�n de la excitabilidad. La magnitud del da�o tisular est� en relaci�n con el tama�o del electrodo distal del cat�ter de ablaci�n (4-10 mm), el adecuado contacto con el tejido, su consistencia (impedan-cia), la cantidad de energ�a utilizada (watts), y el tiempo de aplicaci�n (30-90 seg)2. INTERVENCIONES
EN LA ZONA DE LA UNI�N AUR�CULO-VENTRICULAR Modificaci�n
del n�dulo A-V. La
aplicaci�n de radiofrecuencia en alg�n componente del circuito que
permite las arritmias por reentrada en el n�dulo A-Ves la indicaci�n m�s
precisa de esta estrategia. Como puede apreciarse en la figura 1, cuando
existe doble fisiolog�a nodal es posible la identificaci�n de un
trayecto anterior y cercano a la porci�n compacta del n�dulo A-V que
funciona como v�a r�pida -de conducci�n retr�grada hacia la aur�cula
en la mayor�a de los casos-, y un segundo trayecto de localizaci�n
posterior y m�s distante que funciona como v�a lenta, cuya conducci�n
-en general- es inversa. Este es el sustrato de la reentrada nodal com�n,
tambi�n denominada "lenta-r�pida". Figura
1: Esquema de los componentes del circuito de la reentrada nodal. Desde un punto de vista te�rico, la interrupci�n
de cualquiera de las dos v�as provocar�a un deterioro del circuito que
impedir�a la reentrada. Sin embargo, desde el punto de vista t�cnico, la
proximidad de la v�a r�pida a la porci�n compacta del n�dulo A-V3,4
(por su localizaci�n anterior) constituye un factor de riesgo para
la producci�n de un trastorno fijo de la conducci�n A-V normal. De
hecho, el tratamiento inicial de la taquicardia por reentrada nodal apunt�
a la ablaci�n de la v�a r�pida, pero el bloqueo A-V completo5 (reportado
hasta en el 21% de los casos) y la prolongaci�n del per�odo refractario
retr�grado de la v�a r�pida -cuando s�lo se lograba da�arla pero no
interrumpirla-, con transformaci�n de una reentrada nodal com�n en otra
no com�n (a veces incesante), llevaron a la ablaci�n de la v�a lenta.
Su ubicaci�n posterior brinda un marco de seguridad con respecto al
riesgo de bloqueo A-V; por otra parte, su cercan�a al ostium del seno
coronario (OSC), permiti� el uso sistem�tico de reparos anat�micos que
permitieron una localizaci�n m�s certera (figura 2).
Figura 2: Esquema ( en una vista en posi-ci�n oblicua anterior derecha ) de la posici�n del extremo distal del cat�ter de ablaci�n para la eliminaci�n de la v�a lenta en el tratamiento de la reentrada nodal. Las l�neas de puntos desde el extremo distal del cat�ter de registro del potencial de haz de His en direcci�n al OSC permite reconocer un sector anterior (A), medio (M) y posterior (P). Entre P2 y A2 se puede ubicar la v�a lenta y tratarla con aceptable margen de seguridad. Abreviaturas: AD, aur�cula derecha; OSC, ostium del seno coronario; VCI, vena cava inferior; VCS, vena cava superior; VD, ventr�culo derecho Es
frecuente la aparici�n de taquicardia sinusal inapropiada (frecuencia
sinusal > 100 lat/min en forma espont�nea y sin relaci�n con
elevaciones del tono adren�rgico) despu�s de una modificaci�n del n�dulo
A-V. Se sospecha que la causa puede ser la lesi�n concomitante de fibras
parasimp�ticas pre y posganglionares6. Puede persistir hasta
los 6 meses postablaci�n, su desaparici�n es espont�nea y no requiere
tratamiento. Con esta metodolog�a se ha obtenido un �xito de entre 91%5
y 95,9%7. Nuestra estad�stica se ubica entre estos
reportes internacionales. La
recurrencia de la arritmia plantea la posibilidad de una lesi�n
incompleta o de una segunda v�a. Se puede intentar una aproximaci�n
farmacol�gica, pues una v�a da�ada es poco probable que resulte
refractaria a los antiarr�tmicos. De lo contrario, siempre es preferible
la reablaci�n de la v�a lenta antes que el riesgo del bloqueo A-V
completo por lesi�n sobre la v�a r�pida. Ablaci�n del n�dulo A-V. La fibrilaci�n auricular (FA) refractaria de elevada frecuencia card�aca (>100 lat/min durante el 50% del registro Holter de 24 Hs), el flutter auricular tipo I-recidivante luego de por lo menos dos intentos de ablaci�n del istmo cavo-tricusp�deo- con conducci�n ventricular tipo 1:1 o 2:1 y refractario a los intentos de control de la frecuencia card�aca, la taquicardia auricular de m�ltiples configuraciones y el flutter auricular tipo II -ambos tambi�n refractarios- son las indicaciones convencionales de la aplicaci�n de radiofrecuencia en la zona del n�dulo A-V/haz de His. La
provocaci�n del bloqueo A-V completo no constituye una intervenci�n
sobre la arritmia, sino que permite el control de los s�ntomas producidos
por la arritmia y, adem�s, previene o revierte el desarrollo de
taquicardiomiopat�a secundario a la persistencia de una frecuencia card�aca
elevada8-10. De manera que las aur�culas permanecen
fibriladas, aleteadas o con episodios de taquicardia auricular parox�sticos
o persistentes. Esta situaci�n obliga, en los dos primeros casos, a la
anticoagulaci�n cr�nica. Aunque no hay consenso en la conducta cuando se
trata de taquicardia auricular, recomen-damos la anticoagulaci�n si
existe moderada o severa dilataci�n auricular. Es ideal que,
conjuntamente con la provocaci�n del bloqueo A-V completo, se permita la
persistencia de un ritmo de escape desde el haz de His o cercano al mismo.
Esto constituye un factor de seguridad para el paciente. Es obvio que el
procedimiento se acompa�a con implante de un marcapasos definitivo.
Nosotros acostumbramos a colocarlo por lo menos con 1 mes de anticipaci�n,
de manera que, en oportunidad del bloqueo A-V completo, el cat�ter del
marcapasos haya estabilizado su umbral de estimulaci�n ventricular y no
ofrezca riesgos de desplazamiento. Otra ventaja que brinda esta conducta
es la detecci�n de intolerancia al marcapaseo, que si bien es una rareza,
nos oblig� a suspender un
proce-dimiento de ablaci�n del n�dulo A-V.
Para
los pacientes autov�lidos, la frecuencia de la estimulaci�n debe
adaptarse a los requerimientos de la actividad f�sica, de manera que el
modo VVI-R es el adecuado. De lo contrario se implantar� un dispositivo
VVI. La
complicaci�n m�s grave descripta para la ablaci�n del n�dulo A-V ha
sido la taquicardia ventricular (TV) polimorfa tipo "torsades de
pointes" y muerte s�bita por fibrilaci�n ventricular (FV), sobre
todo en pacientes con cardiopat�a11. El descenso brusco de la
frecuencia card�aca a partir del bloqueo A-V completo, determina
dispersiones Una
adecuada programaci�n del marcapasos con el descenso paulatino de 10
latidos semanales (a partir de 100 lat/min) hasta el valor de la
frecuencia card�aca definitiva -m�s adecuada para el paciente-, subsana
ese riesgo. En
el seguimiento de pacientes sometidos a ablaci�n por radiofrecuencia del
n�dulo A-V, Kay y col.7 reportaron una recuperaci�n de la
conducci�n A-V en el 6% de los pacientes. No lo hemos detectado en
nuestra experiencia. Una mejor�a muy notoria de la clase funcional y de
la capacidad de ejercicio hemos visto que acompa�a a los primeros 2 a�os
postablaci�n. El seguimiento por per�odos m�s prolongados nos ha
demostrado una tendencia al deterioro de dichos par�metros12.
De todos modos, �sta resulta una opci�n ideal para aquellos pacientes
que ya tienen implantado un marcapasos (por enfermedad del n�dulo sinusal
o bloqueo A-V) y desarrollan una FA mal tolerada y con refractariedad o
contraindicaciones para el uso de antiarr�tmicos. En los j�venes que
presentan FA refractaria, el planteo de la ablaci�n del n�dulo A-Ve
implante de un marcapasos, siempre debe estar precedido del aislamiento
fallido de las venas pulmonares y de la b�squeda y ablaci�n de otros
circuitos de taquicardia parox�stica supraventricular (TPS) o de flutter
auricular tipo I, que pudieran preceder a la FA. ABLACI�N
DE V�AS ACCESORIAS S�ndromes
de preexcitaci�n. Junto con la
modifica-ci�n del n�dulo A-V, la ablaci�n de haces an�malos constituye
una indicaci�n de indiscutible efectividad. Dado que las v�as accesorias
pueden presentar diversas localizaciones (figura 3) y capacidad de
conducci�n del est�mulo en ambas direcciones (anter�grada y
retr�grada), es preciso una sistematizaci�n muy prolija del mapeo
endocavitario. Figura
3: A) El color rojo se�ala la activaci�n ventricular precoz por la v�a
an�mala (haz de Kent) que determina el intervalo PR corto y la onda
delta. El color gris, representa la conducci�n por el n�dulo AV/His-Purkinje,
de manera que el complejo QRS resulta fusionado. B) Esto puede presentar
diversas localizaciones (Adaptado de la referencia 13, con autorizacion). La
preexcitaci�n que puede aparecer en el electrocardiograma (ECG) de
superficie13,
se confirma por un intervalo HV corto y hasta negativo registrado por el
cat�ter adyacente al haz de His. A la vez, un cat�ter de m�ltiples
polos ubicado en el seno coronario, registrar� la informaci�n del anillo
aur�culo-ventricular izquierdo (figura
4). La estimulaci�n desde el ventr�culo Figura
4: Derivaciones electrocardiogr�ficas de superficie 1, 2 y V1, y
electrogramas del haz de His
Figura
5: Derivaciones electrocardiogr�ficas de superficie 1, 2 y V1, y
electrogramas de la aur�cula Los
criterios de �xito del procedimiento se resumen en la tabla III. Tabla
III: Criterios diagn�sticos y de �xito de la ablaci�n en las arritmias
por haz accesorio Para
la ablaci�n de una v�a izquierda siempre se debe investigar la
permeabilidad del foramen oval. De
lo contrario, el cat�ter de ablaci�n se habr� de progresar por v�a
arterial retr�grada a partir de Por
su parte, a las v�as derechas (septales y de la pared libre) se accede
desde la aur�cula derecha, y La
forma de abordaje clasifica las v�as del espacio piramidal posterior en
posteroseptales izquierdas No
es excepcional que luego de la ablaci�n exitosa de un haz, se ponga en
evidencia la f�rmaco
de vida media ultra-corta, luego de su administraci�n intravenosa produce
bloqueo de la conducci�n por el n�dulo A-V/haz de His de car�cter
transitorio. Este fen�meno permite la expresi�n -por uno o dos latidos-
de fibras remanentes del haz ablacionado o de un segundo haz a�n no
detectado. Salvo en pacientes asm�ti-cos o con enfermedad coronaria, la
droga es bien tolerada.
Algunos
haces an�malos conducen en forma retr�grada, aunque con decremento. Esta
caracte-r�stica se asocia con el comportamiento incesante de la
reentrada. Es habitual que la inserci�n auricular se localice en las
cercan�as del ostium del seno coronario16. Salvo en los raros
casos de localizaci�n posterolateral o lateral, el proce-dimiento no
ofrece mayores dificultades.
Variantes
de preexcitaci�n. Otros
tractos con conducci�n decremental -aunque anter�grada-son las fibras de
Mahaim que conectan a la aur�cula derecha con alg�n sector del sistema
de conducci�n A-V. Dado que el est�mulo llega al m�sculo ventricular
por la v�a normal, el ECG puede presentar s�lo intervalo PR corto y
hasta normal. Esto �ltimo se explica por sus propie-dades de conducci�n17.
La experiencia en ablaci�n de estas conexiones es menor que con
los haces A-V, dado que tambi�n son menos frecuentes18. Sobre
6 pacientes ablacionados exitosamente, en 5 de ellos hemos notado un modo
inusual de eliminaci�n de la v�a, con temperaturas subterap�uticas
(42-48�C) o por trauma mec�nico con el cat�ter, lo que constituye una
evidencia de localizaci�n extremadamente subendoc�rdica (superficial) de
este tipo de v�as19. Resultados. La ablaci�n de v�as
an�malas se acompa�a de un �xito que alcanza el 99%20, En
la experiencia de Kay y col7, sobre 363 pacientes con v�as
accesorias, el �xito de 93,2% de la primera mitad de la serie, ascendi�
a 97,9% cuando se contabiliz� la segunda mitad, lo que destaca la
importancia de la "curva de apren-dizaje" de la t�cnica.
Seguimiento. En el seguimiento del paciente sometido a
ablaci�n de una v�a an�mala inicialmente exitosa, pueden aparecer
palpitaciones durante las primeras 3 � 4 semanas. Se debe a la presencia
de extrasistolia aislada y probablemente reactiva al trauma mec�nico
producido por los cat�teres durante el procedimiento23. Tambi�n
puede haber recurren-cias de la conducci�n por el haz, fen�meno que
sucede entre los 45 y 60 d�as posteriores a la ablaci�n. No se justifica
un estudio electro-fisiol�gico para controlar la eficacia del m�todo. El
seguimiento cl�nico con ECG o a trav�s del Holter es la conducta
correcta. Al respecto, es interesante destacar la evoluci�n de los
pacientes portadores de un haz an�malo con episodios de FA. Luego de la
ablaci�n del haz, a la eliminaci�n de la conducci�n A-V anormal, se
acompa�a una desaparici�n o reducci�n de los episodios de FA. Esto se
ha explicado por cierta arborizaci�n de la inserci�n auricular de la v�a
que se comporta como sustrato para microrreentradas en la aur�cula y FA. Tabla
IV: Indicaciones de ablaci�n en el s�ndrome de preexcitaci�n Indicaciones.
Las indicaciones de
ablaci�n en el s�ndrome de preexcitaci�n se muestran en la tabla IV. ABLACI�N
DEL FLUTTER AURICULAR Flutter
tipo I. Esta
arritmia est� originada por una macroreentrada en la aur�cula derecha,
cuya frecuencia oscila entre 240 y 339 lat/min. En el caso de conducci�n
1:1 al ventr�culo, esa ser� la frecuencia card�aca.
El
circuito del flutter transcurre por la pared lateral en direcci�n al piso
de la aur�cula derecha; en este sitio, se dirige a trav�s de un istmo
delimitado por la desembocadura de la vena cava inferior, el ostium del
seno coronario y el anillo tricusp�deo -istmo cavo-tricusp�deo-, hasta
su llegada al septum interauricular. Asciende por esta �ltima estructura
hasta el techo de la aur�cula derecha para completar el circuito (figura
4)24. Figura
4: Representaci�n esquem�tica del circuito del flutter tipo I (con ondas
F negativas en la cara inferior -DII, DIII y aVF- dadas por su giro anti-horario)(Adaptado
de la referencia 24, con autorizaci�n). Abreviaturas como en la figura 2. El
istmo cavo-tricusp�deo representa la zona de conducci�n lenta de la
reentrada. La interrupci�n ABLACI�N
DE TAQUICARDIA VENTRICULAR
La
ablaci�n de una reentrada intramioc�rdica es un tratamiento que se
complementa con el Los
complejos protocolos de mapeo constituyen un aspecto limitante de la
indicaci�n de ablaci�n Las
condiciones que debe reunir una taquicardia ventricular (TV) para ser
sometida al tratamiento En
los pacientes con cardiopat�a y TV, siempre se debe descartar un sustrato
sumamente interesante Si
existe bloqueo de rama preexistente, se intenta lesionar la rama m�s
enferma. De lo contrario, la El
segundo tipo de TV en ausencia de cardiopat�a, a la inversa del caso
anterior, tiene morfolog�a
Figura
5: Representaci�n esquem�tica del circuito de reentrada entre ramas. A,
la morfolog�a del QRS de
un haz an�malo33.
La necropsia demostr� una perforaci�n card�aca. Cabe aclarar que el En
la ablaci�n de v�as an�malas, se han reportado casos de bloqueo A-V
completo en el orden del Las
embolias son extremadamente infrecuentes, y en este sentido el seguimiento
de 250 pacientes La
evoluci�n tecnol�gica del instrumental permite que en una sola sesi�n
se realice el estudio emita
la radiofrecuencia con fines terap�uticos. Esta
conducta, entre otras ventajas, reduce el tiempo de exposici�n fluorosc�pica.
Al respecto, cuando se han cumplido 90 minutos de fluoroscop�a y sin �xito,
se suspende el procedimiento. En este sentido, la incorporaci�n a nuestro
laboratorio, de un sistema de mapeo no fluorosc�pico, permite limitar la
irradiaci�n s�lo a la maniobra de ubicaci�n inicial de los cat�teres. En
el embarazo el procedimiento se puede practicar a partir del sexto mes y
con protecci�n plomada del feto. Claro est�, que la indicaci�n obedece
s�lo a las arritmias intratables; de lo contrario, la ablaci�n quedar�
programada para despu�s del parto. Como
puede apreciarse, se trata de una metodolog�a con un amplio margen de
seguridad. Las
complicaciones m�s frecuentes se relacionan con la maniobra de punci�n,
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