Revista de Medicina Interna
                  

                      Volumen 1  -  Número 3

Catastro del cáncer del pulmón por tomografía computada espiralada
Profesor Jorge A. Pilheu

El cáncer primitivo del pulmón (CP) es el tipo de cáncer más común en el mundo en cuanto a su incidencia (1 millón de casos nuevos por año, el 12,8% del total) y mortalidad (920.000 muertes anuales, el 17,8% del total). La incidencia y mortalidad aumentan rápidamente.

La sobrevida a los cinco años es en los Estados Unidos de América del 14%, la mejor del mundo, y del 8% en Europa.

El mínimo de muertes atribuidas al CP excede el número total de muertes de los cánceres de mama, colón y próstata. Así como desde hace ya varios años se recomienda el catastro de los tres últimos, ya que con ello ha habido una mejoría en la sobrevida a los cinco años, se aborda ahora el catastro del CP por medio de la tomografía computada espiralada de bajo miliamperaje (TC) para detectar tumores menores de 2 cm de diámetro.

Los nódulos hallados por TC con calcificaciones centrales (central, laminar, "pop corn"), con bordes lisos y un diámetro mayor de 20 mm, son considerados benignos. Los nódulos > 2 cm con espículas, forma irregular, bordes poco definidos y calcificaciones excéntricas son considerados malignos. El resto, indeterminados.

La primera publicación sobre el uso de la TC espiralada para el catastro del CP fue realizada por Kaneko y col. en Japón, quienes detectaron 15 casos en 1996; en el año 2000 los mismos autores hallaron 45 casos de CP en 42 casos. El diámetro medio de los casos fue de 1,5 cm y el 81% eran de estadío IA. La supervivencia a los cinco años fue del 78%.

En 1999, en Nueva York, Henschke y col estudiaron con TC a 1.000 voluntarios y hallaron 27 casos con CP, de los cuales 27 eran de estadío IA; en 15 de los 27 casos el diámetro tumoral era de 10 mm o menos.

En el año 2000, un estudio de la Clínica Mayo en los Estados Unidos de América incorporó a 1.520

voluntarios, mayores de 50 años de edad, que habían fumado como mínimo 20 paquetes-año. Se hallaron 25 CP (1,7% de 1.464 participantes y 1,1% de 2.244 nódulos); 23 casos de CP se diagnosticaron con TC sola y 2, con citología sola. Por tipo celular, 6 eran epidermoides, 15 adenocarcinomas, 1 de células grandes y 3 de pequeñas células. El diámetro medio de los CP de no pequeñas células fue de 17 mm. En 22 casos se efectuó una resección curativa y en 7 casos se resecaron nódulos benignos.

Estudios posteriores están midiendo los aumentos en el volumen, medida más importante que la de los diámetros nodulares. El aumento del volumen a través

de la TC evitaría la punción con aguja pre-quirúrgica. Jett JR de la Clínica Mayo, es un entusiasta defensor de este método de catastro y cree que el mismo aumenta la sobrevida y reduce la mortalidad. Pero existen opiniones diferentes; Patz y col., en un estudio de 510 pacientes no hallaron diferencias estadísticas entre los tumores 3 cm y la sobrevida; los pacientes con nódulos de 3 cm tuvieron los mismos resultados que los pacientes con nódulos de 1 cm.

Estos y otros estudios sugieren que el comportamiento biológico de los tumores (es decir, la capacidad de dar metástasis) es variable y puede ser determinada antes de que la lesión sea detectada radiográficamente. El desarrollo de metástasis puede depender más de factores como la genética o la angio-génesis que del tamaño del tumor.

Un estudio realizado en Japón, publicado en el año 2003, sobre 15.342 personas sometidas a TC en busca de CP comprobó una disminución en la mortalidad por CP. El 78% de los casos hallados presentaba estadío I, con un diámetro mediano de 1,5 cm y sólo el 14% pertenecía al estadío III ó IV.

Otro factor importante para el empleo de la TC como catastro para el diagnóstico del CP es el costo de su aplicación.

Son pocos los países en el mundo que pueden aplicar esta técnica en gran escala. Instituciones como la US Preventive Services Task Force expresa que de los resultados hallados hasta fines del año 2003 en el

mundo no se pueden obtener conclusiones definitivas acerca de la indicación absoluta de la TC para detectar el CP en un período suficientemente precoz como para aplicar una terapéutica que mejore la sobrevida de los pacientes. La falta de grupos controles de la evaluación de la mortalidad, así como un elevado porcentaje de falsos positivos contribuyen en el momento actual a adoptar esta conducta. Como bien dice Spiro S., una indiscutible autoridad sobre el cáncer del pulmón en Gran Bretaña, el catastro del CP comenzó con radiografías de tórax anuales y citología del esputo pero su aplicación no mejoró la mortalidad comparada con los controles. Ahora, se está buscando una solución con la TC. Pero el manejo más importante del CP y su relación costo-beneficio es dejar de fumar, y para quienes padecen la enfermedad son necesarios nuevos y urgentes agentes terapéuticos.