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Remontando la corriente fisiopatológica:
Tratamiento de los
síndromes
coronarios agudos sin supradesnivel persistente del
segmento ST.
Dr. Bozovich Gerardo E.. *
RESUMEN
La angina inestable y el infarto agudo del
miocardio tipo no-Q comparten características
fisiopatológicas y pronósticas, por lo que existe la
tendencia a agruparlos como síndromes coronarios
agudos sin supradesnivel prolongado del segmento ST
electrocardiográfico.
El diagnóstico y tratamiento puede organizarse y
recibir prioridad siguiendo la secuencia fisiopatológica,
que comprende un proceso inflamatorio de la
placa de ateroma coronaria, con una modificación de
los componentes relativos a favor de la matriz grasa
blanda y el debilitamiento de la capa colágena
subyacente al endotelio. El contacto del factor
tisular con la sangre gatilla la cascada trombótica,
proceso al cual apunta la terapia combinada con
aspirina, clopidogrel, inhibidores de la
glicoproteína IIb/IIIa y heparinas, quedando la
potencial acción anti-inflamatoria a cargo de las
estatinas. Salvo en centros terciarios con operadores
de volumen suficiente, la estrategia recomendable
en nuestro medio es la de tratamiento
farmacológico y angiografía selectiva sólo para los
casos de isquemia refractaria o criterios de inestabilidad
hemodinámica.
SUMMARY
Unstable angina and non-Q wave myocardial
infarction share several physiopathological
characteristics, treatment and prognosis, thus being
commonly considered part of the so called non ST
segment elevation acute coronary events.
Interventions targeted upstream of the mechanisms of
disease should include plaque stabilization with the
early administration of statins, and, as soon as the
diagnosis is made, antiplatelets and indirect
antithrombins. The second major decision implies the
choice between an initially conservative strategy
versus an early aggressive management with
angiography and revascularization within 48 h of
presentation. Although the international literature
appears to support the latter, there are logistical
and operator dependent limitations in Argentina that
make it advisable to chose the initially
conservative strategy. Other therapeutic and
prognostic approaches are discussed in detail.
INTRODUCCIÓN
Los síndromes coronarios agudos representan una
proporción elevada de los motivos de ingreso en
unidades de cuidados intensivos e intermedios. Estas
entidades se agrupan en una familia de condiciones
clínicas habitualmente divididas en angina de pecho
inestable e infarto agudo del miocardio. El conocimiento
acumulado en materia de fisiopatología,
epidemiología, presentación clínica, evolución y
pronóstico ha permitido establecer similitudes entre la
AI y el IAM sin persistencia del supradesnivel
persistente del segmento ST en el electrocardiograma,
haciéndose cada vez más común el concepto de
clasificación en conjunto.
Según un reciente registro de la Sociedad Argentina de
Cardiología, en centros de urgencias, la mayor
proporción relativa corresponde a anginas inestables
(82%)1. En un centro terciario polivalente de medio
urbano como el nuestro, representan el 35% de las
causas cardiovasculares de consulta en Emergencias,
correspondiendo el 63% de ellas a anginas inestables.
A pesar de los avances diagnósticos y de las
combinaciones disponibles para el tratamiento, la tasa
de eventos isquémicos continúa siendo elevada, con
una incidencia combinada de muerte y re/infarto en la
fase hospitalaria de hasta un 13% 1.
Por su elevada incidencia, morbimortalidad y costos
de tratamiento, los síndromes coronarios agudos han
sido y son objeto de amplios esfuerzos de
investigación básica y clínica, de los cuales ha
derivado un conocimiento de cierta solidez. De
manera concomitante, se han incorporado nuevas
técnicas de diagnóstico y tratamiento. Entre los
primeros, marcadores serológicos, ecotomografía,
ecografía endoluminal, tomografía rápida y ultrarrápida,
resonancia nuclear magnética, angiografía
rotacional, angiografía con reconstrucción tridimensional,
ecografía endoluminal planar y tridimensional,
medición continua de desvío del segmento ST y
variabilidad de la frecuencia cardíaca. A los
tratamientos con antiagregantes, nitritos y betabloqueantes
se sumaron progresivamente antitrombínicos
indirectos y directos, inhibidores de la enzima
convertidora, estatinas, inhibidores de la glicoproteína
IIb IIIa, y se extendió el debate sobre las conveniencias
relativas de tratamientos inicialmente conservadores o
invasivos, dotados estos últimos de nuevas
generaciones de stents coronarios y la opción de
dispositivos liberadores de drogas, sin olvidar el
avance de la cirugía de revascularización miocárdica
mínimamente invasiva.
Elegir la mejor combinación de métodos de
diagnóstico y tratamiento se volvió en los últimos
tiempos una tarea un tanto complicada, no sólo por la
proliferación de nuevos datos, sino también por la falta
de estudios clínicos que incluyeran varias combinaciones
en simultáneo, con lo cual nos vemos con
frecuencia privados de herramientas para decidir si el
agregado de un método más de diagnóstico contribuye
significativamente al modelo predictor de probabilidad
de existencia de la enfermedad, o si existe un efecto
aditivo para intervenciones que no sea superado por el
incremento desproporcionado de efectos adversos.
Estos dos elementos tienen, a su vez, un agregado de
confusión más, representado por el sesgo de
publicación e información fomentado por intereses
comerciales, y los crecientes conflictos de intereses de
los líderes de opinión, cuyos fondos de investigación
provienen en proporción alta, o aún exclusiva, de la
industria.
En esta revisión propondré dos herramientas para
ayudar a la decisión clínica. Por un lado, el uso de la
secuencia fisiopatológica para elegir los métodos de
diagnóstico y tratamiento adecuados, ya que existe un
terreno a ganar extendiendo el uso de lo ya existente
por sobre lo nuevo y muchas veces experimental y
costoso. Por el otro, el uso de revisiones sistemáticas y
revisiones de sociedades y consensos de expertos por
sobre la lectura de trabajos aislados u opiniones
individuales de líderes científicos.
DEFINICIÓN Y FRECUENCIA
Los síndromes coronarios agudos sin supradesnivel
persistente del segmento ST involucran a la angina
inestable y al infarto agudo de miocardio de esta
variante, ambos caracterizados por angina de pecho
sostenida o manifestada por múltiples episodios
anginosos breves o que ceden con el uso de nitritos de
acción rápida, con hallazgos electrocardiográficos que
abarcan un amplio rango, incluyendo la ausencia de
cambios significativos, el bloqueo de rama izquierda
con o sin marcapasos, la inversión de la onda T en
múltiples derivaciones, el infradesnivel del segmento
ST de al menos 0.05 mV en dos o más derivaciones y
el supradesnivel del segmento ST de al menos 0.1 mV
en dos o más derivaciones. De este modo, el
diagnóstico es rápido y de baja complejidad,
alcanzando el examen clínico y un electrocardiograma
para confirmarlo, hacer una razonable estratificación
pronóstica y establecer la prioridad de tratamiento. La
división entre angina inestable e infarto sin supradesnivel
del segmento ST (conocido también como
infarto no Q) se hace por presencia de niveles
patológicos de troponina T o troponina I séricas. Si
bien el dosaje de creatinfosfoquinasa en la banda MB
puede ser usado también para el diagnóstico
diferencial, las definiciones de las tres mayores
sociedades mundiales, dos norteamericanas y una
europea, descansan en la practicidad y elevada sensibilidad
y especificidad de la troponina T, por lo que su uso
debe considerarse de rutina en todo centro que trate
síndromes coronarios agudos. Fisiopatología. De la
inestabilidad de la placa ateroesclerótica a la
trombosis coronaria. Las placas ateroescleróticas
coronarias están compuestas por dos elementos
fundamentales: la matriz ateroesclerótica avascular
e hipocelular, rica en lípidos, y el tejido
esclerótico, rico en fibras de colágeno y
relativamente duro, con presencia estructural y
funcional de miocitos, monocitos, macrófagos y
linfocitos 2. La primera, probablemente consecuencia
de necrosis de células espumosas por efecto citotóxico
del colesterol LDL oxidado, es relativamente inestable
y está expuesta a fisuras o rupturas. La segunda
representa la matriz estabilizante, en especial por la
acción de la llamada capa fibrosa que subyace al
endotelio y provee resistencia estructural al ateroma.
En presencia de elevados niveles de colesterol
circulante, en especial LDL, hiperglucemia e
hipertensión arterial, el endotelio produce aniones
superóxido que dañan la superficie celular y gatillan la
liberación de mediadores de adherencia vasculares
como el VCAM-1 CD 11b, CD18, ICAM-1, selectina
P y estimulantes de monocitos 3
(figura 1). Los monocitos con frecuencia siguen una
ruta de apoptosis, pero en situaciones de
inflamación de la placa ateroesclerótica persisten
como células espumosas y como usinas de citoquinas y
metaloproteinasas de matriz. Los mediadores
inflamatorios identificados en las placas
ateroescleróticas son el factor de necrosis tisular
alfa, (TNF-a), la proteína quimioatractiva de
monocitos (MCP-1) y la interleuquina 1-beta (IL-1B)4.
La liberación local de citoquinas y metaloproteinasas
produce remodelación de la placa, con migración de
miocitos, aumento de la trama lipídica blanda y
debilitamiento de la capa fibrosa por acción del
interferón alfa liberado por los linfocitos activados. Por
otro lado, tanto en los macrófagos como en las células
endoteliales se han identificado en alta prevalencia
patógenos intracelulares como Chlamydia pneumoniae,
Mycoplasma pneumoniae, Cytomegalovirus y
Herpesvirus, habiéndose puesto en hipótesis que estos
patógenos podrían tener una acción directa sobre el
proceso de desarrollo e inestabilidad de la placa
ateroesclerótica
5. Esta respuesta podría estar mediada
por una acción excesiva o inadecuada del complejo
mayor de histocompatibilidad HLA, como mostráramos
en un estudio de síndromes coronarios agudos,
en el cual identificamos una asociación entre angina de
pecho refractaria al tratamiento y los alelos HLA A 31
y HLA B46.
Trombosis coronaria
La combinación de cambios en la composición de la
placa, el adelgazamiento de la capa fibrosa y factores
reológicos de la sangre circulante llamados fuerzas de
cizallamiento llevan a una fisura o ruptura de la placa,
con el consiguiente contacto de la sangre con factores
trombogénicos como el colágeno y, fundamentalmente,
el factor tisular liberado por los monocitos

Los monocitos migran a través del endotelio y, salvo en
casos de apoptosis, se transforman en macrófagos que
contribuyen a la inflamación de la placa. Los macrófagos, quizás
estimulados por acción de patógenos intracelulares como la Chlamydia
pneumoniae (CP), liberan citoquinas y
metaloproteinasas que, en conjunto con el interferón producido por los
linfocitos, debilitan la placa fibrosa y la matriz del núcleo
lipídico. Los monocitos y macrófagos producen
también factor tisular, que es el gatillo principal de la trombosis
coronaria.

El factor tisular (FT) se une al factor VIIa,
desencadenando la cascada de activación de factores
que llevan a la activación de protrombina en trombina, que a su vez activa
plaquetas y retroalimenta la cascada. El fibrinógeno,
ligándose a los receptores plaquetarios IIb IIIa
establece puentes agregantes entre plaquetas y a la vez se convierte en
fibrina, que contribuye a la organización del
trombo. Modificado de Ferguson JJ. Eur H Jour; 1998: D6.
macrófagos, iniciando la cascada de trombosis. El
factor tisular se une para activar al factor X y, a la vez,
el subendotelio es rico en factor de Von Willebrand, el
cual se une al receptor de glicoproteína específico y
activa la agregación plaquetaria7 (figura 2). El proceso
se intensifica por la producción y liberación local de
tromboxano A2, ADP y serotonina, con activación de
los receptores plaquetarios GPIIb IIIa, los cuales sirven
de anclaje al fibrinógeno para tender puentes entre
plaquetas y llevar a una intensa agregación plaquetaria.
(figura2). De este modo se constituye un trombo endo
y extraluminal rico en plaquetas, fibrina y eritrocitos, el
cual puede ocluir de manera total o parcial la arteria
coronaria, llevando a grados diferentes de isquemia
miocárdica corriente abajo8.

La oclusión coronaria, sea total o
parcial, no es un fenómeno estable e irreversible,
por lo contrario, la patogenia de la enfermedad está
constituida por ciclos de trombosis y trombolisis que
predominan en forma alternante, atenuándose en forma
progresiva luego de la primera semana de evolución,
como demostráramos hace una década 9.
Una vez instalado este ciclo, se desencadena la
cascada isquémica; disfunción celular isquémica,
fenómenos electrocardiográficos inicialmente
silentes, riesgo de arritmia ventricular por
circuitos por parches de isquemia y necrosis,
liberación de adenosina que, mediada por los
receptores A2 producen angina de pecho, y, en casos
de isquemia extensa, falla de bomba.
De esta manera, queda establecida la corriente de
eventos sobre la cual puede asentarse una secuencia
diagnóstica y terapéutica en procura de intervenir
"corriente arriba" del proceso.
MARCADORES PRONÓSTICOS
Siguiendo la corriente fisiopatológica, cabe
preguntarse cuáles elementos diagnósticos resultan de
probada utilidad, ya que la estratificación debe hacerse
de inmediato para seleccionar a) el tratamiento
farmacológico adecuado y b) referir a intervencionismo
precoz en los casos de alto riesgo o decidir la
derivación a un centro terciario con capacidad de
equipamiento y operadores experimentados. Afortunadamente,
esta estratificación puede hacerse en casi
cualquier medio con elementos diagnósticos
relativamente simples, que pueden agruparse en
escalas. Entre las existentes, resulta práctica y sencilla
la propuesta por el grupo TIMI, la cual fuera calculada
a partir de dos estudios clínicos en fase III10. Para el
cálculo se computa un punto por cada variable presente y
cero por cada ausente, dividiéndose el riesgo estimado
según la suma en bajo, intermedio y alto riesgo (figura 3).
Los elementos que deben computarse son:
Edad igual o mayor a 65 años
Presencia de al menos tres factores de riesgo
para enfermedad coronaria Presencia de
desviación del segmento ST en el ECG de consulta
Al menos dos episodios anginosos en las 24
hs. precedentes a la consulta
Elevación de marcadores séricos de necrosis
Uso de aspirina con fines preventivos en la
semana previa a la consulta
Estos criterios pueden evaluarse en pocos minutos de
consulta y con tan sólo un electrocardiógrafo y
determinaciones básicas de laboratorio, resultando un
riesgo estimado intermedio o alto una indicación de
internación y cuidado en unidad coronaria, con
terapéutica orientada como veremos luego.
En el caso de contarse sólo con determinaciones
cualitativas de troponina T, puede estimarse el riesgo
de muerte a 14 días, resultando del 4.2% en caso de
positividad en menos de 10 hs. desde el dolor de pecho,
y casi nula en caso de valor positivo en un lapso
mayor 11.
De manera análoga pueden usarse los niveles séricos
de troponina I, asociándose una incidencia de muerte
a 42 días en el rango de 1% para niveles de 0 a 0.3
ug/dl hasta 7.3% para los mayores a 9 ug/dl12.
Marcadores de utilidad limitada o no demostrada
En la explicación sobre la fisiopatología de los
síndromes coronarios agudos hice hincapié en los
mecanismos inflamatorios y potencialmente infecciosos.
Curiosamente, con la excepción de la proteína
Creactiva, de uso limitado, el resto de las variables
marcadoras de estos procesos no han ingresado en la
práctica diaria. Por un lado, los títulos para C
pneumoniae no parecen guardar una asociación
evidenciable con el riesgo de eventos mayores (muerte,
infarto, isquemia recurrente), tanto en experimentos
nuestros como de otros investigadores13. Es probable
que la proteína C reactiva, en cambio, pueda tener un
lugar como marcador pronóstico en el mediano y largo
plazo, si bien es discutible que como determinación de
ingreso contribuya de manera significativa al modelo
de predicción combinado antes mencionado, resultando
por ahora su uso de interés potencial como parte de
los elementos a evaluar de manera subaguda y previo
al alta del paciente 14.
Bazzino y col. han sugerido que la proteína C
reactiva medida antes del alta hospitalaria podría
tener un valor pronóstico equivalente y quizás
superior al de la prueba de esfuerzo graduado15.
El ecocardiograma es una herramienta útil para
determinar grados de severidad de disfunción
ventricular y eventualmente valvular, hechos ambos
que empeoran el pronóstico en el corto plazo. No
obstante, no está demostrado que su uso contribuya
significativamente a un modelo de predicción como el
representado por la escala TIMI, por lo que no tiene
fundamento su uso sistemático como procedimiento
estándar durante la fase aguda, debiendo limitarse a los
casos de insuficiencia cardíaca evidenciable o
sospechada. Finalmente, por la naturaleza inestable de
los síndromes agudos sin supradesnivel persistente del
segmento ST, durante la fase aguda no hay lugar para
las pruebas de provocación como la ergometría y las de
perfusión miocárdica. Tampoco hay evidencia de
superioridad de la tomografía ultrarrápida o la
resonancia magnética por sobre los criterios ya
explicados.
TERAPÉUTICA
Si siguiéramos un razonamiento de bloqueo "corriente
arriba" de los fenómenos que conducen al accidente de
placa y a la consecuente formación de un trombo
fibrino- plaquetario endoluminal, el primer esfuerzo
debería estar destinado a revertir el cambio de
composición y la relación entre matriz blanda y dura y
el adelgazamiento de la capa fibrosa. Es llamativo que
a la fecha la única familia de drogas con las cuales se
puede ejercer un efecto anti-inflamatorio y estabilizador
de la placa, con beneficio clínico demostrado en
el largo plazo, sean las estatinas, cuya indicación
primaria no es, en realidad, ninguno de los dos efectos
mencionados, sino la reducción de los niveles séricos
del colesterol LDL. Su uso debe iniciarse precozmente,
a diferencia de lo que tradicionalmente hacíamos. No
obstante, su vía de administración y mecanismo de
acción no permiten una acción lo suficientemente
rápida como para considerarlas en el lote de
intervenciones inmediatas al contacto con el paciente.
Una opción es la indicación de atorvastatina antes del
alta hospitalaria y, para coherencia con el efecto
buscado sobre la placa ateroesclerótica, las dosis
deberían ser mucho mayores que las que habitualmente
se aplican, comenzando con 80 mg orales por día16
(Tabla 1).

Habiendo mencionado los mecanismos inflamatorios y
el papel que potencialmente podrían desempeñar los
patógenos intracelulares, resultó razonable investigar la
utilidad clínica de intervenciones con anti-inflamatorios
y antimicrobianos. A pesar de la aparente solidez
de la evidencia fisiopatológica, no se ha observado una
correlación proporcional de eficacia de intervenciones.
En un estudio piloto comparamos la incidencia de
eventos isquémicos mayores (muerte, infarto no fatal e
isquemia recurrente severa) con el uso de terapia
convencional más un antibiótico macrólido,
roxitromicina, comparado con placebo durante 30
días, observando una diferencia significativa a favor
del uso de antibióticos, aunque con un intervalo de
confianza amplio (razón de riesgo 4.59, IC 95% 1.01,
20.72)17. A pesar de estos estimulantes resultados
iniciales, estudios posteriores a escala suficiente para
otorgar un poder adecuado no mostraron evidencia de
eficacia clínica del tratamiento con antimicrobianos,
dejando abiertas varias explicaciones como tiempos de
tratamiento y dosis inadecuadas, selección de
población y alta prevalencia de seropositividad en la
población urbana con la consiguiente dificultad para
construir un estudio de cohortes adecuado. Cualquiera
que sea la causa, este intento terapéutico de bloquear la
fisiopatología corriente arriba del proceso trombótico
no está hoy a nuestro alcance.
El foco de intervención queda, pues en la disolución
del trombo fibrino-plaquetario, por lo que la antiagregación
plaquetaria y el uso de antitrombínicos
indirectos son la prioridad inmediata (Tabla 1). La
aspirina por vía oral está indicada independientemente
del nivel de riesgo, mientras que los antitrombínicos
indirectos (heparina sódica y enoxaparina) se reservan
para los casos de riesgo intermedio y alto 18
19. Como alternativa, el clopidogrel es tan efectivo
como la aspirina y puede suplantarla en casos de
contraindicación absoluta, pero por las evidencias
de efecto aditivo con la aspirina resulta
recomendable su uso combinado desde el ingreso,
tanto para pacientes en los cuales se anticipa un
manejo farmacológico exclusivo, como en los que se
programa angiografía rápida20
21. Como limitación importante al uso de clopidogrel
en estas condiciones emerge el riesgo aumentado de
sangrado perioperatorio en caso de practicarse una
cirugía de revascularización miocárdica dentro de
los 7 días del inicio del cuadro.
Esta desventaja tiene un atenuante de importancia que
es la tasa cada vez menor de uso de cirugía para el
tratamiento agudo de los síndromes coronarios agudos
sin supradesnivel del ST, procedimientos que, de todos
modos, no están disponibles con prontitud para la
mayoría de los pacientes coronarios agudos en la
Argentina.
En materia de antiagregantes, la segunda línea
terapéutica de eficacia demostrada está representada
por los inhibidores de la glicoproteína plaquetaria
IIb/IIIa, siempre y cuando la intención primaria sea
practicar al paciente una angiografía coronaria y
revascularización por catéter dentro de los primeros 3
días. Cuando la estrategia será inicialmente conservador
el uso de estos fármacos sólo está razonablemente
justificado en los casos de alto riesgo (ver
antes escala de riesgo TIMI y la figura 3). Si bien las
guías clínicas internacionales reconocen la aplicación y
el respaldo de eficacia de las drogas abciximab,
tirofiban y eptifibatide, todas ellas con aprobación de
numerosas agencias regulatorias, la eficacia del
primero tiene un respaldo más sólido en el caso de la
práctica de angiostent dentro de las 72 hs. de
presentación. Por otro lado, por razones de buen
balance entre costo y eficacia el eptifibatide aparece
como una opción razonable para el medio argentino,
por lo que en nuestro centro la hemos seleccionado
como la droga de primera elección (Tabla 1). En los
cuadros de riesgo intermedio y bajo según la escala de
TIMI, no está justificado el uso de estos fármacos por
el incremento del riesgo de sangrado mayor por un lado
y, por el otro, por no haberse demostrado que añadan
beneficio por sobre la combinación de aspirina,
clopidogrel y enoxaparina 22.
Además de la antiagregación plaquetaria, el segundo
pilar fundamental del tratamiento son los antitrombínicos.
Existen tres familias de antitrombínicos:
directos, indirectos y pentasacáridos. Entre los
primeros compuestos (hirudina, lepirudina hirulog), seha mostrado
una reducción en la tasa de infarto no fatal
comparado con heparina sódica, pero no en la tasa de
mortalidad. Considerando también el incremento
significativo en la tasa de sangrados mayores y su
elevado costo, no lo que no se aplican en la práctica
clínica para el tratamiento de los síndromes que nos
ocupan. Los compuestos de uso más difundido son los
antitrombínicos indirectos, que comprenden la
heparina sódica y las heparinas de bajo peso molecular
(HBPM), que son las drogas de elección. Si bien
existen alrededor de una docena de HBPM, sólo dos
cuentan con el aval de estudios clínicos para su uso en
los síndromes que nos ocupan: la dalteparina y la
enoxaparina. La primera, aprobada para esta indicación
en varias naciones europeas, no está disponible en la
Argentina, por lo que la enoxaparina es el fármaco
estándar en nuestro país, o debería serlo. Las razones
fundamentales son su sencillez de administración en
dos dosis subcutáneas por día, la elevada acción de
bloqueo del factor X activado y la relativa resistencia al
factor plaquetario IV 23.
Las HBPM poseen un interesante efecto de
estimulación sobre el factor inhibidor del agente
trombogénico por excelencia, que es el factor
tisular, como mostráramos en un experimento de
determinaciones de factor inhibidor según el fármaco
usado24.
Por otro lado, no se requieren dosajes de
laboratorio para ajustar dosis y su costo relativamente
mayor que el de la heparina sódica por dosis
administrada se ve ampliamente compensado por la
eficacia clínica, y, como demostráramos en un análisis
para centros rioplatenses, puede asociarse con una
reducción en el gasto de unos $30.000 por cada 100
pacientes tratados
25. En cuanto a eficacia clínica, se ha
demostrado que el uso de enoxaparina se asocia con
una significativa reducción en la tasa de eventos
mayores, muerte, infarto de miocardio no fatal y
recurrencia de la isquemia en pacientes sin falla renal.
Como limitaciones al uso, debe tenerse en cuenta su
vida media de varias horas, por lo cual, en caso de
angiografías, el retiro de introductores debe diferirse en
al menos 12 hs desde la última dosis y, de manera
análoga, el riesgo de sangrado es mayor en caso de
practicarse cirugía. Las dosis se resumen en tabla 1.
Existe una nueva generación de antitrombínicos
(fondaparinux) de potencial interés por su potencia y
prolongada vida media del efecto, cuya eficacia clínica
en los síndromes que nos ocupan y su relación
costo/beneficio aún está por ser demostrada.
Tampoco existe evidencia que indique la ventaja de uso
de los anticoagulantes orales por sobre las combinaciones
ya comentadas, a menos que la indicación esté
fundada por la presencia de trombos murales
intracardíacos, fibrilación auricular crónica, o historia
previa de tromboembolia recurrente.
Estrategia inicialmente conservadora versus inicialmente
invasiva.
El concepto de estrategia de tratamiento inicialmente
invasiva se refiere al acceso a una angiografía
coronaria dentro de las 48 hs. de la presentación, con
inmediata revascularización de la o las lesiones
consideradas asociadas con el cuadro agudo, sea por
catéter o por cirugía. La estrategia inicialmente
conservadora comprende, en cambio, el tratamiento
farmacológico sostenido con eventual uso de
angiografía guiada por recurrencia de isquemia u otras
complicaciones consideradas secundarias a isquemia
como insuficiencia cardíaca o arritmias ventriculares
complejas. En la literatura médica internacional
existen varias evidencias de beneficio directo o
indirecto de la intervención precoz en los cuadros de
riesgo intermedio o alto. En el caso de beneficio
directo, por reducción significativa de las tasas de
eventos isquémicos mayores a 6 meses de la
intervención en comparación con el tratamiento
inicialmente conservador26. La revascularización por
angioplastia es elegida en aproximadamente dos
tercios de los casos, quedando reservada para la cirugía
de puentes coronarios la población con lesión de
tronco de la coronaria izquierda, enfermedad de tres
vasos coronarios principales o de dos vasos con
compromiso proximal de la arteria descendente
anterior y disfunción ventricular izquierda. Esta
selección está cambiando con rapidez por el avance de
las técnicas de angioplastia, por lo que, en centros
experimentados, existe una tendencia a avanzar sobre
una población de riesgo anatómico cada vez mayor. A
pesar de la selección de casos, hasta en un 14% de los
pacientes referidos a angiografía precoz no se observan
lesiones angiográficamente significativas 27.
La evidencia a favor de la estrategia inicialmente
invasiva no es directamente extrapolable a la situación
de salud pública en la Argentina. La reducción de
riesgo relativo para mortalidad en infarto no fatal
observada en el estudio escandinavo FRISC II se basó
en centros con una mortalidad hospitalaria de la cirugía
de revascularización menor al 1.5%. En nuestro país,
la mortalidad general, incluyendo síndromes estables,
en un registro de 41 centros de varias regiones
argentinas fue del 12.7%, a diferencia de un registro de
4 centros de Buenos Aires con un volumen anual de al
menos 300 procedimientos, donde se observó una
mortalidad hospitalaria del 5.1%, comparable a series
internacionales 28
29. En el caso de la angioplastia los resultados en
centros terciarios son comparables a series
internacionales para la angina inestable en general,
pero la incidencia de infarto de miocardio y muerte
posterior al procedimiento para cuadros de angina
refractaria es algo mayor a la de series comparables30.
Como recomendación general, la estrategia inicialmente
conservadora es preferible en nuestro medio. La
selección de la estrategia inicialmente invasiva debería
quedar reservada para los pacientes con acceso a
centros terciaros con operadores calificados. En la
Argentina, una proporción mayoritaria de la población
es asistida en el sistema público, cuyos centros como
regla carecen de capacidad de angiografía e
intervencionismo las 24 hs. Aún dentro del grupo de
centros que pueden realizar cateterismos cardíacos
diagnósticos dentro de la ventana de 6 a 48 hs. desde la
presentación que respalda la literatura, cabe
preguntarse cuántos ofrecen las 24 hs. del día
operadores que califican con el mínimo de 100
angioplastias al año que se consideran mínimo
estándar internacional para obtener y mantener la
condición de operador certificado. Recordemos que el
intervencionismo es operador dependiente, y toda la
evidencia a favor de la intervención precoz probablemente
dé por tierra en manos de un operador u operadora
bisoño. Por otro lado, no se requiere ninguna
habilidad especial de los agentes de salud para
administrar heparinas de bajo peso molecular, aspirina,
beta bloqueantes u estatinas. Escasa tecnología hace
falta para infundir inhibidores de la glicoproteína IIb
IIIa. Diferente es el caso de la cardiología intervencionista
y de la cirugía cardiovascular.
En nuestro medio, propenso a la proliferación de
centros con angiógrafos propios, es menester en
cambio una organización de redes de transferencia de
pacientes a centros de intervencionismo cuando esto
sea necesario, independientemente del tipo de seguro
de salud del paciente. Así, el diagnóstico y tratamiento
médico podría iniciarse en cualquier centro con unidad
coronaria disponible y completarse en el mismo, o
derivarse para intervención a un centro terciario con
operadores de volumen de experiencia suficiente.
Fármacos para tratar consecuencias de la trombosis
coronaria.
Finalmente, siguiendo la dirección de la corriente
fisiopatológica, nos ocuparemos de los fármacos útiles
para tratar las consecuencias de la trombosis coronaria:
dolor, aumento de la actividad simpática, vasoconstricción
y compromiso del suministro tisular de
oxígeno, con el consiguiente desequilibrio entre oferta
y demanda de oxígeno corriente abajo del trombo
responsable. Estos fármacos, paradójicamente,
formaron hasta hace poco la primera línea de
intervención. En este grupo se encuentran la morfina
para el alivio del dolor de pecho, en especial cuando
asociados a falla sistólica del ventrículo izquierdo y
edema de pulmón, los beta bloqueantes, oxígeno y la
nitroglicerina (Tabla 1). Todos ellos forman parte de las
recomendaciones de tratamiento de las sociedades
nacionales e internacionales, por lo que no se justifica
entrar en detalles. Los inhibidores de la enzima
convertidora no son un estándar en el tratamiento de los
síndromes agudos sin supradesnivel persistente del
segmento ST, pero están indicados en caso de
disfunción ventricular izquierda, diabetes o hipertensión
arterial persistente al uso de nitroglicerina y beta
bloqueantes. En estos casos el inicio de tratamiento
debe ser lo más precoz posible31. No hay razones para
la indicación rutinaria de bloqueadores de los
receptores de angiotensina II (losartan, valsartan), salvo
en casos de intolerancia a los inhibidores de la enzima
convertidora. Algo similar rige para los bloqueantes de
canales del calcio diltiazem y verapamilo, cuya
indicación está restringida a pacientes con isquemia
miocárdica a los cuales no se les pueda administrar beta
bloqueantes.
Evaluación previa al egreso hospitalario y
prevención secundaria.
No tiene fundamento el uso rutinario de pruebas
funcionales como la ergometría, eco-estrés o pruebas
de perfusión miocárdica para los pacientes a quienes se
practicó angioplastia o cirugía de revascularización
durante la hospitalización inicial, a menos que la
revascularización haya sido incompleta. Para los
demás, las pruebas de provocación antes del egreso de
internación son recomendables para la detección de
isquemia miocárdica remanente32.
La mayoría de los fármacos de primera línea para el
tratamiento inicial de los síndromes coronarios agudos
tiene indicación de uso prolongado pos alta: aspirina
(permanente), clopidogrel (9 meses a 1 año), beta
bloqueantes (permanente), inhibidores de la enzima
convertidora (crónico cuando justificado), estatinas
(permanente), y las medidas de rehabilitación
cardiovascular. Éstas incluyen actividad física regular,
con una primera fase supervisada de 8 semanas en un
centro especializado en caso de pacientes de alto riesgo
por presencia de baja fracción de eyección del
ventrículo izquierdo (menor al 40%), arritmias
complejas o angina recurrente de bajo riesgo clínico.
En forma crónica se suman el ejercicio físico regular (al
menos 3 veces por semana, 30 minutos por sesión), el
control de los factores de riesgo coronario: supresión
del hábito de fumar, control de peso y dieta, control de
glucemia y tratamiento de la diabetes e hipertensión
arterial, para obtener una modificación favorable de los
factores
33.
CONCLUSIONES
Los síndromes coronarios agudos sin supradesnivel del
segmento ST representan la mayor proporción de los
síndromes coronarios agudos que se diagnostican.
Afortunadamente, el diagnóstico y estratificación
pronóstica iniciales pueden hacerse con herramientas
muy simples como el examen clínico, el electrocardiograma
y el dosaje de troponinas séricas. El
tratamiento debe ser agresivo y basado en la secuencia
fisiopatológica, buscando bloquear "corriente arriba" el
proceso de accidente de la placa ateroesclerótica. Pese
al conocimiento sobre las raíces inflamatorias del
proceso de inestabilidad de las placas coronarias, la
mayoría de las intervenciones de eficacia probada
apuntan al control del trombo fibrino-plaquetario,
habiendo sido infructuosos hasta ahora los intentos
terapéuticos de modulación de composición del
ateroma y la inflamación, con la única excepción de las
estatinas.
Una vez iniciado el tratamiento combinado con
antiagregantes, enoxaparina y eventualmente eptifibatide,
debe decidirse si se adoptará una estrategia de
angiografía precoz o guiada por recurrencia de
síntomas. La mayor eficacia de la estrategia invasiva
reportada en la literatura no es extrapolable a nuestro
medio, por lo que el tratamiento médico inicial y la
organización de redes de derivación selectiva a centros
especializados deberían ser la prioridad.
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