Revista de la Sociedad de Medicina Interna
          de Buenos Aires

           Objetivos integrales de la educación medica
 Dr. Miguel Falasco


La medicina es una ciencia que se ocupa del ser humano, con sus enfermedades y su seguimiento y eventual curación, también se dedica con ahínco a la prevención de las mismas entidades nosológicas y asimismo a la promoción constante de la salud individual y colectiva. Es decir está comprometida con el hombre sano o enfermo desde que nace hasta que muere.
Científicos, docentes y profesionales de la salud son la cabeza más ostensible asignada a tales propósitos. Para ello se vale de ciencias básicas y empíricas y de una miríada de aportes con el fin del logro de sus puros y prístinos objetivos humanísticos.
Los conocimientos científicos y tecnológicos que la integran forman parte de una cadena de eslabones interminables, estrechamente enlazados entre sí, que avanzan sin pausa generando cambios profundos que se suman a todos aquellos reconocidos como ciertos hasta entonces, incrementándolos. Hoy día muy por encima de lo imaginado.
La medicina como toda ciencia se comporta como si fuera una flecha disparada en el espacio infinito del firmamento, con un sentido único de encadenado avance simbiótico y complementario pero que por el contrario también se nutre reemplazando lo erróneo y lo falso de la misma manera que, como diría NIETZSCHE, destruyendo lo anterior. "El que crea destruye". Diríamos nosotros que no todo se destruye al crear. En este aspecto un objetivo de la educación médica es la formación continua del saber más, teniendo en cuenta no perder nunca de vista el pasado, pues como decía el filósofo español JORGE RUIZ DE SANTAYANA, también conocido como GEORGE SANTAYANA en EE.UU. el peligro es que "los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo".
La noción de la historia universal del hombre, de la ciencia en general y de la medicina en particular con sus figuras egregias y la filosofía médica en la búsqueda de la esencia y las propiedades espirituales del ser humano y su entorno social forman una delicada parte del bagaje cultural que lo hará al médico mejor. Entonces, éste debería, en su educación integral, intentar asociar a lo biológico una aceptable formación humanística, cultural y filosófica para no caer en lo que ya sentenciara en el Siglo XIX el médico y literato español Don JOSÉ DE LETAMENDI con su divulgada frase "el médico que medicina sólo sabe ni medicina sabe".
El cultivo de conocimientos no sólo científicos le permitirá entender mejor la compleja estructura de sus semejantes. Cuando un profesional de la medicina le pidió un consejo a THOMAS SYDENHAM sobre que libro le aconsejaba leer para su perfeccionamiento, éste le contestó "lea el Quijote. Yo lo consulto con asiduidad". Asimismo decía Don SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL que su vida tuvo más claridad cuando en sus manos cayó el Quijote y Robinson Crusoe.
En otro aspecto se debe tener presente la diferencia que existe entre la paja y el trigo. En los últimos cincuenta años cambios científicos y tecnológicos han enriquecido en número las ciencias mucho más que la historia acumulada de milenios anteriores. Sin embargo este vertiginoso avance desnudó el oculto divorcio existente entre la ciencia fría de la investigación y la moral del respeto al ser humano y la naturaleza. Decía ALDOUS HUXLEY que "el progreso tecnológico nos ha proporcionado medios más eficaces para ir hacia atrás".
Los médicos deben incorporar en su aprendizaje continuo que la bioética en la medicina no es otra cosa más que ciencia con conciencia. El respeto hacia la dignidad del otro es el avance de la ciencia. No se puede hacer ciencia sin ética.
El holocausto de Hiroshima y Nagasaki bastan para señalar el terrible peligro de la separación.


Dr. Miguel Falasco

Profesor Consulto de Medicina Interna de la 
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires