Revista de Medicina Interna
                  

                      Volumen 1  -  Número 4

El Premio Nobel de Medicina 2005
Dr. Federico A. Marongiu

El Premio Nobel de Medicina del año 2005 fue otorgado a los médicos australianos Barry J.

Marshall y J. Robin Warren por el descubrimiento en 1982 de la bacteria Helicobacter Pylori en el medio ácido de la mucosa gástrica - hecho inconcebible para el medio científico de aquellos

años- y por sus trabajos sobre el papel etiológico de este germen en la gastritis y en la úlcera

péptica. Las comunicaciones iniciales de Marshall y Warren, como es bien sabido, fueron recibidas con un elevado grado de escepticismo por la elite dedicada a la investigación de estas entidades nosológicas de esa época. También es harto conocido que introducir un nuevo hallazgo dentro de la urdimbre doctrinal preestablecida sobre un tema ha sido muchas veces, a lo largo del tiempo, una labor más titánica que la que demandó el hallazgo en sí. Pero los dos médicos australianos, durante estas poco más de dos décadas transcurridas hasta la actualidad, no tuvieron la menor duda sobre la veracidad del descubrimiento y trabajaron con enorme denuedo en la extensión y difusión de sus investigaciones. Hoy se muestra con certeza que el Helicobacter Pylori es el principal agente causal de la gastritis antral asociada a la úlcera péptica y de que su erradicación lleva a la curación definitiva en la mayoría de los casos de esta enfermedad, como asimismo de la implicancia de esta bacteria en los linfomas gástricos tipo MALT (tejido linfoide asociado a las mucosas) y en el cáncer de estómago.

Al médico internista, quizás en mayor grado que al gastroenterólogo quien vive inmerso desde hace años en la problemática de la bacteria gástrica, la coronación de sus descubridores con el Premio Nobel le incitan a una serie de pensamientos. En primer lugar de alegría, porque, luego de muchísimos años de distinguirse a investigadores de temas básicos, se ha galardonado a dos médicos prácticos que han trabajado sobre enfermedades comunes del ejercicio cotidiano

de la Medicina Interna y, por sobre todo, que esas enfermedades pueden tratarse ya hoy en día con éxito merced a una terapia que surgió de la deducción lógica de sus estudios.

A más de lo anterior, a nosotros los médicos internistas, la gastritis y la úlcera péptica se nos

muestra como un verdadero paradigma de lo que ha sido la evolución del pensamiento fisiopatológico en la historia moderna de la medicina. El concepto racional de las enfermedades nació en el siglo XVIII con Bichat (1771-1802), quien antes de morir de tuberculosis y ya célebre a los 31 años de edad, afirmó la importancia esencial de la anatomía patológica en el estudio de la clínica. Un discípulo suyo, Broussais (1772-1838), en consonancia con el concepto anatómico de Bichat, pensaba que toda la patología médica partía de una inflamación de la mucosa gástrica e intestinal, es decir de una gastritis o de una gastroenteritis. Luego vinieron los tres grandes colosos de la medicina del siglo XIX. Virchow (1821-1902), con su teoría celular "omnis cellula e cellula", según la cual toda enfermedad es en esencia, nada más que una alteración celular. En forma contemporánea a Virchow, Bernard (1813-1878), padre de la fisiología y del razonamiento científico moderno, introduce el concepto de la alteración funcional en la patología y Pasteur (1822-1895) -aunque también Koch (1843-1910)- aporta la etiología bacteriana de las enfermedades.

En lo que respecta a la gastritis y a la úlcera péptica, y sólo con el fin de citar algunos

ejemplos, diremos que Aschoff se adhirió a la teoría anatómica en un principio, más luego a la

anatómico-funcional, von Bergmann a la funcional- espasmogénica, Selye a la funcional a través

de su teoría del stress, Rof Carballo a la funcionalidad mediante la teoría psicosomática,

Schwarz a la funcional sobre la base de una alteración química con su conocida aseveración:

"sin ácido no hay úlcera". Toda esta teorización fisiopatogénica se mostraba parcial, incompleta y su endeblez surgía a la hora de la realidad terapéutica, hasta que llegó el aporte etiológico

bacteriano de Marshall y Warren. Hoy en día la combinación de los fármacos antagonistas de los receptores H2 o de los inhibidores de la bomba de protones con los antibióticos -por ejemplo

claritromicina y amoxicilina- ha demostrado ser altamente eficaz y sobre una base fisiopatogénica sólida en el tratamiento de la gastritis y de la úlcera péptica.
 

Federico A. Marongiu